La lucha por el mercado no sólo implica calidad, innovación o un mejor servicio al cliente, sino también quién llega primero y a qué costo.
El terremoto y tsunami ocurridos el 11 de marzo del año pasado en Japón tuvieron consecuencias no sólo en ese país, sino en la economía a nivel mundial, ya que provocó severos problemas de abastecimiento para la industria.
Había piezas —transistores, por ejemplo— que sólo se producían en esa nación, lo cual causó que muchas cadenas productivas alrededor de todo el planeta se detuvieran por falta de insumos.
Lo anterior es resultado de la interdependencia económica global que existe en la actualidad y que ha traído como consecuencia una interrelación nunca antes vista entre los diferentes países del mundo.
“Las cadenas de abasto son movilizadores económicos y generan trabajo”.
Las cadenas de abasto son grandes integradoras sociales. El concepto de cadena se refiere a la interrelación que existe entre diversas partes, y cómo dicha coordinación debe aumentarse para que las cadenas sean capaces de surtir cada vez mejor, buscando absorber menos energía, (en este caso se trata de dinero).
Lo anterior significa, ni más ni menos, que las cadenas son grandes generadoras de trabajo. Es conocido el clamor que causó el empleo de niños como mano de obra en Asia (aunque en realidad todo el planeta está expuesto a este flagelo), en una cadena importante de calzado deportivo, así como el rechazo entre la opinión pública cuando este hecho fue dado a conocer.
Es que las cadenas sostenibles son —por necesidad— cadenas que liberan energía, lo cual implica que transforman material de la tierra en un valor diferente.
Las cadenas de abasto también son grandes movilizadores económicos. Por ejemplo, en Estados Unidos, el Council of Supply Chain Management Professionals (CSCMP), organización que impulsa el desarrollo logístico, menciona todos los años en su principal evento, que el porcentaje de Producto Interno Bruto (PIB) que representan las actividades logísticas con respecto al total de aquella nación, ha ido disminuyendo con el paso de los años, hasta alcanzar entre 9 y 10% aproximadamente en la actualidad. Detrás de esa disminución, hay un aumento importante en materia de productividad general de la economía de Estados Unidos.
Las cadenas avanzadas son ‘inteligencia’ acumulada. Lo anterior significa que en muchas industrias, los años de estudio, análisis e investigación, han permitido acumular un know how suficiente como para disminuir dramáticamente los costos, los cuales se materializan en reducciones de tiempos de setup, de entrega, e incluso en mejores mecanismos de distribución.
De esta forma resulta que las cadenas de abasto muestran —como pocas entidades modernas visibles— poder de invertir en investigación, desarrollo y análisis.
Asimismo destaca que las cadenas de abasto simplifican lo complejo al generar eficiencia. Una muestra de ello es la Segunda Guerra Mundial y el despliegue de submarinos alemanes en el océano Atlántico.
Para neutralizar esta fuerza, los aliados formaron un grupo interdisciplinario que dio como resultado el puntapié inicial a lo que actualmente se denomina ‘Investigación Operativa’.
Esta es una disciplina que permite optimar decisiones (como por ejemplo, la ubicación de buques antisubmarinos en el Atlántico, o el despliegue de convoyes marítimos, al hablar de la Segunda Guerra Mundial).
Este sentido de optimación ha impregnado en muchos modos la gestión de cadenas, que van desde algoritmos y modelos matemáticos para optimar niveles de inventario, e incluso hasta modelos para diseñar rutas.
Por éstas y otras razones, las cadenas de abasto requieren de un análisis detallado, adecuado, además de oportuno. Su importancia es innegable, ya que como se expresó anteriormente, son grandes generadoras de trabajo, integradoras sociales y movilizadores económicos.